Observo los espejos sin lograr descubrirme,
cubierta estoy de monstruos y espinas en la sangre,
y aunque mis labios tiemblen con anhelo,
el lienzo en que me encuentro me mantiene atrapada
sin poder escupir un solo aullido.
¿Por qué me ha traicionado la mujer que me mira
en la imagen ajada?
Aún cuelga de su boca el brillo de sus sueños
llenos de pretensiones, captado en un instante.
¿Alguna vez fui ella?
Ya ni siquiera escribo
necesito otra piel con otros huesos
y una saliva fresca que despegue mis labios,
escuchar soliloquios que taladren mutismos
y hagan crecer las olas de sabor
en el café del dìa.
Necesito la mente más flexible
para hurgar ceniceros y rescatar historias
que consumió el ocaso,
desentumirme toda dándome un cuerpo nuevo
carente ya de estigmas.
cubierta estoy de monstruos y espinas en la sangre,
y aunque mis labios tiemblen con anhelo,
el lienzo en que me encuentro me mantiene atrapada
sin poder escupir un solo aullido.
¿Por qué me ha traicionado la mujer que me mira
en la imagen ajada?
Aún cuelga de su boca el brillo de sus sueños
llenos de pretensiones, captado en un instante.
¿Alguna vez fui ella?
Ya ni siquiera escribo
necesito otra piel con otros huesos
y una saliva fresca que despegue mis labios,
escuchar soliloquios que taladren mutismos
y hagan crecer las olas de sabor
en el café del dìa.
Necesito la mente más flexible
para hurgar ceniceros y rescatar historias
que consumió el ocaso,
desentumirme toda dándome un cuerpo nuevo
carente ya de estigmas.
J.Eugenia Dìaz M.