Huellas gastadas

Me tuve que colgar de los recuerdos
al caminar las huellas tan gastadas
que dejaron mis pasos sin memoria
y ausentes de colores los paisajes.

martes, 18 de septiembre de 2018

Atrapada


Observo los espejos sin lograr descubrirme,
cubierta estoy de monstruos y espinas en la sangre,
y aunque mis labios tiemblen con anhelo,
el lienzo en que me encuentro me mantiene atrapada
sin poder escupir un solo aullido.

¿Por qué me ha traicionado la mujer que me mira
en la imagen ajada?
Aún cuelga de su boca el brillo de sus sueños
llenos de pretensiones, captado en un instante.

¿Alguna vez fui ella?

Ya ni siquiera escribo
necesito otra piel con otros huesos
y una saliva fresca que despegue mis labios,
escuchar soliloquios que taladren mutismos
y hagan crecer las olas de sabor
 en el café del dìa.

Necesito la mente más flexible
para hurgar ceniceros y rescatar historias
que consumió el ocaso,
desentumirme toda dándome un cuerpo nuevo
carente ya de estigmas.




J.Eugenia Dìaz M.

martes, 11 de septiembre de 2018

A esta ave le saldrían plumas



Zéjel
con una copa de vino,
una flor y tu figura

A esta ave le saldrían plumas
y volaría entre las brumas
solo si tú no te esfumas
como letra en escritura.

Con una copa de vino
una flor y tu figura

 Renacería en mis entrañas
emociones ermitañas
que están entre telarañas.
Retiraría la armadura.

Con una copa de vino
una flor y tu figura

Desanudaría listones
de mi pelo y pantalones,
jugando por los rincones
con anhelo y con locura.

Con una copa de vino
una flor y tu figura

Me olvidaría de las voces
y apegos que tú conoces,
que me ruñen tan feroces
manteniéndome insegura.

Con una copa de vino
una flor y tu figura

No existirían horas muertas
en mis sabanas desiertas,
solo caricias expertas
con tu mano en mi cintura.

Con una copa de vino
una flor y tu figura

En mis sueños espabilas
a esta mujer que vigilas
vaciándote las pupilas
con amor y desventura.

Con una copa de vino
una flor y tu figura.


J.Eugenia Dìaz M.

sábado, 1 de septiembre de 2018

El verdugo

El reloj fue el verdugo.Asesinò las horas
que pudieron ser nuestras.

Solo dejo las huellas y el sabor 
de gotas de café y jugo de naranja,
prendido en nuestros labios.

Fue la magia del alma
la que hizo coincidir tus ojos con los míos,
momentos perpetuados quizás solo en mi mente:
tu espalda al alejarte y el eco de tus pasos
se unieron al bullicio, 
mientras que yo abordaba el bus de la rutina.

Nos fuimos sacudiendo la locura
del choque provocado por mundos diferentes,
quedando solo el puro sentimiento
con tu nombre y tu número 
grabados en mi móvil.

A veces yo te sueño como una lluvia fresca
de recuerdos vintage,
y en mis sueños camino hacia el espejo
para así ver tu sombra que siempre me acompaña
desde que coincidimos.

Y, como en un dejavù
siento que si trasnochas debe ser que me buscas
en el aire que llega de tu norte
o en tu terrón de azúcar diluìdo en mi boca.

Quizás en el calor que aùn conservo
del hueco de tus manos.

J.Eugenia Dìaz M.