Huellas gastadas

Me tuve que colgar de los recuerdos
al caminar las huellas tan gastadas
que dejaron mis pasos sin memoria
y ausentes de colores los paisajes.

sábado, 30 de diciembre de 2017

Sueños rotos.


Han sido derribados el total de mis sueños
como un débil castillo de naipes malformado.
Tiritando en el suelo semejan avecillas
sin plumas y sin nido.

Destruyeron mis sueños;
se escurren de mis dedos sus cenizas
sin canticos ni arrullos,
y yo aquí en esta cueva  tan oscura 
cansada de mis labios sin palabras,
con manos entumidas por los puños cerrados
y este deseo inmenso de que mi alma se apague.
Aunque la luz del mundo me haga ruido en el aire
y allá en la lejanía
resuenen las campanas queriendo convencerme
de que vuelva a creer.

¿Es que no ven la llama que se extingue
que ya casi no existe; la esperanza?
las risas se murieron

al volver las angustias a teñir mí presente
J.Eugenia Diaz M.

jueves, 7 de diciembre de 2017

La sombra.

 Tú surges invisible del sonido,
del silencio que envuelve los rincones
con  sombras del ayer, con emociones,
por ese tiempo nuestro interrumpido.

Lapsos de juventud que se han perdido
dejando en nuestras manos ilusiones,
como colcha en retazos sin opciones
en este inexistir tan sin sentido.

Girando sin destino con ceguera,
en este rehilete de la vida
en el que ni siquiera hago oración
pues mi existencia ha sido muy jodida.

Espero no te burles  compañera
padecemos  la misma condición.

J.Eugenia Díaz M.

miércoles, 6 de diciembre de 2017

Su puente,la tristeza

Es un día fresco; va entrando un frente frio a la ciudad. El aire alborota y amontona las hojas caídas de los árboles amontonándose en la banqueta de su casa. Mientras las recogía, un viento helado pegó en su rostro con un aroma a tierra diferente, a lugares lejanos por donde las nubes pasaron antes atrapando su esencia.
El olor, le hace remontar a su infancia, a aquellos momentos cuando cambiaba el tiempo y entraba el norte.
Hoy, se fue hacia allá. Caminó de puntillas para que la pequeña niña, flacucha y triste, que entretenida jugaba con muñecas de papel, no la viera, y sé percato de que ella nunca supo de rencores; que lleva en su mochila dolores amalgamados con brillos de alegrías.

Percibió el apenas un poco lastimado corazón de la niña, de un rojo hermosamente intenso, hurgó en sus pensamientos y sonrió con tristeza viendo que se dolía de sus pies por haber ido a la escuela con zapatos que no eran de su talla. Mientras se masajeaba, imaginaba en su inocencia unas suaves zapatillas de satín como las de las princesas, que no le lastimaran.

Ahora que había regresado a esa etapa se permitió caer en ese abismo lleno de mariposas y flores, dejando atrás los demonios que al paso de los años se fueron instalando dentro de ella llenándola de temores, destruyendo su paz. Entendió que todos tenemos un abismo al que se puede regresar y refugiarse en él encontrándose con su niño interior.


La vio reflejada en el cristal, un poco más grande, con un brillo de tristeza en la mirada y que es el puente que las une. Tiene una fresca sonrisa con anhelos colgando de sus labios, su pelo largo y suelto alborotado por vientos del norte; parece que quisieran volar llevándola con él.

J.Eugenia Diaz M