Llueve, y en el
camino, solo a mí me humedece
el cuerpo y la
memoria.
Me observan a mi paso
la anciana, algún joven
y el chiquillo
curioso, al verme humedecido
mientras ellos se
guardan del tiempo y la tormenta.
No quieren reflejarse
en charcos de la calle,
de los que brotan
huellas de veranos remotos
mas yo sigo adelante, quizás
tenga la suerte
que un socavón me
trague.
Me provoca sonrisas,
la lluvia que insistente
quiere mojarme el alma,intenta suavizarla
pero mi piel curtida
no logra darle acceso,
además ya soy agua
pero estoy congelado.
Y yo deseo tanto que las gotas
me disuelvan completo,
para nutrir senderos
con mi historia.
J.Eugenia Díaz M.