Huellas gastadas

Me tuve que colgar de los recuerdos
al caminar las huellas tan gastadas
que dejaron mis pasos sin memoria
y ausentes de colores los paisajes.

jueves, 30 de julio de 2020

Te presiento en mi entorno.


Te presiento en mi entorno llenándome de luz
despejando las sombras que insisten en quedarse,
cuanta fuerza trasmites, cuanto valor me dejas
para que yo asimile lo helado de tu ausencia.

Aquí sigo de pie con el puñal clavado,
sintiendo ese dolor cada cuatro de agosto
que me dejo la muerte. Con nubes que aun te lloran
tu mirada sin brillo, tus labios sin tu voz.

Yo me volví silencio enterré mi barbilla
en mi pecho partido aullando en mis adentros,
desgaste el padre nuestro me quede sin rodillas
y deje de creer al verte sepultada.

Como yo fui la cuna de tu primer latido
mientras yo tenga vida te sentare en mi mesa,
platicare contigo, te invitare unos tacos,
tratare de sentir tu risa contagiosa
y el aire perfumado que a tu paso dejabas.

Nada me reconforta, ni siquiera rezar
porque ya solo tengo tu recuerdo en mi mente
y en todas esas fotos fragmentos de tu vida,
un silencio que ciega y el reloj que no para.

Agosto me flagela con la triste condena.



J.Eugenia Diaz M.

Equilibrio de amor en estío

Llegaste aquel invierno con brújula dañada
y en tus manos la hoguera de candente verano
prometiendo esperanza de vida y luz eterna,
tú, solsticio de estío en ventisca y deshielo

intentando hacer lumbre en mi apagada chispa,
con un tórrido abrazo me hiciste perder piso
elevándome al nido como una golondrina,
haciendo equilibrarme siendo tú yin, y yo el yang.

Desde entonces cosechas en mi piel con tus dedos
de agua y me haces vibrar entre fragantes ráfagas,
con un ir y venir de apasionados besos
logrando que levite, que muera y resucite.

J.EugeniaDiaz M.

lunes, 20 de julio de 2020

Corazón exprimido

¿En dónde te quedaste corazón
que hoy lates tan pausado? La herida te detiene.
Dejaste de escalar en busca de tus sueños,
te has dejado exprimir hasta ser un bagazo.

Fuguémonos del mundo cualquier día.

Puede ser algún martes, que la hora no importe,
dejemos para siempre esta cárcel de miedo.
Que tanta cicatriz sea nuestra escalera,
cerremos cicatrices vistámonos de roca.

Ya deja de latir. Permítele alejarse.
Deja que se despida esta mujer de sombra,
silencio y soledades, huérfana de su voz
sin poder trascender adentro de este pozo.


J.Eugenia Dìaz M.

sábado, 4 de julio de 2020

Dos que sobreviven.


Otra vez el presente asesino de sueños,
me apaga, me sofoca dentro de esta burbuja,
donde respiran dos que sobreviven, perdidos
en esta oscuridad de días que no terminan.

Sin poder recurrir al consuelo catártico
que me brindan las letras dándome libertad.

Son fuertes los grilletes que detienen mis pasos,
busco salir un poco de la pesada bruma
que me ahoga las horas, para sentirme viva
y un poco iluminada por un débil candil.

Pero al ver tu mirada colgada de mi alma
triste y desanimado, mis alas se me cierran
esperando un buen viento que logre sacudirte
la negatividad, y a mí me impulse al vuelo.



J.Eugenia Dìaz M.