Ese viento del sur le sacudió la mente
y desdobló la imagen
que permanece quieta, sin pedir ni una excusa
la arrulla con ternura y extrañas sensaciones
como aves sin migrar.
Presas en sus pupilas les permitió salir,
deslizó con retazos ensayos de la obra,
que no llego a estrenar
quedó tras bastidores trunca
como su actriz.
Novata en la actuación, nunca alcanzó el listón
mediocre y conformista,
se quedo en la rutina de la novela gris
en esa alcoba rosa,
asfixiando un aullido sin parir las palabras.
Ya estaba en otra escena, con público entre fans.
Ella era diferente.
No le podía pagar al actor de su obra,
con el mismo billete
de caricias infieles impresas en la piel.
Eugenia Diaz Mares