Con los huesos vencidos por el tiempo
y el alma carcomida,
desconozco milagros y reniego
del stop en entorno, reiterado.
Suspendida en el aire como hoja
sigo esperando el verde en el camino,
llega el amanecer y sigo en pausa
tragando a bocanadas este aire
que araña mi garganta.
Hay días que pregunto por mi risa
o el eco de mi voz que ya he perdido,
es entonces que escucho el alboroto
de la gente feliz que vive afuera
y quisiera ponerme sus zapatos
un segundo.
Un cigarro, un café y las paredes
húmedas por la lluvia duradera,
un pesado silencio en este alto.
En la espera me pongo a dibujar
letras del alfabeto con historias
donde me reconstruyan,
y me vayan sacando ese mi yo interno
que tiene voz y risa.
J. Eugenia Diaz M.