La catrina es insistente
en llevar con ella a Eugenia,
pero siempre se la ingenia
para perderse en la gente.
La ha tenido entre sus brazos,
y su calor ha sentido
más nunca ella ha conseguido,
llevársela ni con lazos.
Cada noviembre regresa,
pero con sus rimas llora
esta elegante señora,
que se olvida de su empresa.
Eugenia la está esperando
con música y alimentos,
sin temor y sin lamentos,
la Catrina está tardando.
Eugenia Díaz M.