Huellas gastadas

Me tuve que colgar de los recuerdos
al caminar las huellas tan gastadas
que dejaron mis pasos sin memoria
y ausentes de colores los paisajes.

martes, 11 de julio de 2017

Sin alas

La lluvia escurre por las ventanas y el constante goteo hace un sonido que la hipnotiza llevándola en un viaje a través del tiempo. Ella limpia el vidrio para poder ver el agua que corre como un pequeño río  a un lado de la banqueta, cierra sus ojos y se transporta  hasta su infancia.

 Casi puede sentir sus pies mojados, metidos en la corriente de agua que fluye fresca entre las piedras calle abajo, y sentir adentro de su estómago esa risa de niña que se quedó guardada, esa risa simple y alegre que le provocaba el mojarse con la lluvia, junto con la mirada de asombro cuando veía salir el arcoíris que dejaba caer sus colores en las gotas sobre las hojas.

Regresan el sonido de las chicharras y chapulines, saliendo de entre las ramas a sacudir sus alas húmedas y ella ahí  tan niña, metida en su pequeño mundo en el jardín, deseando tener alas para tocar las nubes y volar con ellas a un lugar en donde no hubiera ni golpes ni regaños.

Nunca pudo tener alas, ni abrir las puertas que dibujaba con caminos llenos de luz y  verdes bosques. Abrió la puerta que tenía en el camino espinas y estrellas rotas caminó por él tejiendo con sus versos escaleras, esperando un día tocar el cielo  para ser una gota de lluvia y fusionarse con el mar.


J.Eugenia Díaz M.