Huellas gastadas

Me tuve que colgar de los recuerdos
al caminar las huellas tan gastadas
que dejaron mis pasos sin memoria
y ausentes de colores los paisajes.

viernes, 30 de junio de 2017

Te extraño

Ya son dieciséis años en los  que estas ausente de mi vida pero no de mi corazón y memoria.
Y yo aún sigo aquí,  en este mundo terrenal extrañándote, y con el iluso deseo de sentirte cerca abro, la ventana en la memoria de nuestra infancia, para volver a reír y a llorar contigo.
Así crecimos hermano, entre risas y llanto, sofocando con juegos la hambruna de unos padres que nos quisieran mucho, y nos mimaran más, veníamos predestinados a mucho sufrimiento   con la estrella apagada fuimos sobreviviendo,  crecimos con la piel engruesada acariciada por los golpes. Callados, tímidos, temerosos seguimos adelante.
Para evadir tristezas nos envolvíamos en un mundo de juego y fantasía después de haber terminado nuestras labores asignadas de la casa y escuela.
Siempre fui tu  aliada,  con complicidad apoyaba tus juegos y a tomar la llave que encadenaba
aquella bicicleta que nos hacia volar mientras dormía la siesta nuestra madre de crianza.
Qué dolor recordar las tremendas golpizas cuando nos descubrían. O cuándo caí con mi bicicleta en una nopalera y tuve que ahogar mis gritos de dolor cuando retirabas sus espinas de mi piel.
También tengo el recuerdo de cuando me  caí de una  higuera por acompañarte a ver a los murciélagos y como destroce sus ramas y mi piel.
Teníamos algunos destellos de dicha y alegría que juntos compartimos como  cuando elevabas los cometas y me dejabas sosteniendo el cordel por un buen tiempo. Recuerdo  tus palabras  cuando me decías que con el tiempo estaríamos los dos muy cerca de las nubes..
 Tú te me adelantaste porque desde hace nueve años habitas en tu cielo, en ese cielo inmenso que hoy te llena de paz, de esa paz anhelada que tanto careciste.
¡Ay hermanito mío! cuánto hemos padecido; recuerdo que te negaban el plato de comida por algo que no hiciste dentro de tus labores; yo te guardaba un taco y lo depositaba en el hueco del tanque de gas de la cocina. Te decían pata larga porque andabas descalzo  para que no se desgastaran tus  zapatos y poder utilizarlos para ir a la escuela.
La vida nos desvió. Tú te fuiste hacia el centro y yo hacia el sur pero el lazo de sangre como una etérea línea nos mantuvo cercanos.

Vienes a mi memoria cuando escucho sonar tu tema preferido o cuando me trae el aire  aroma de  hojas y zacate quemado. Ahí te visualizo recargado en la escoba mirando pensativo la chispa de la lumbre, y yo ahí, a tu lado observándote.
Te extraño mucho hermano, pero me siento en paz porque se que no sufres que despertaste al fin de esa pesadilla de lo que fue tu vida.

En memoria de mi hermano Agustín Díaz M. En el noveno aniversario de su fallecimiento.
J.Eugenia Diaz M.

viernes, 23 de junio de 2017

Instante

Quisiera que guardaras este instante,
que atravieza tenaz el horizonte
y,lleno de silencio,
navega con tu imagen tan grabada.

Carente de mañanas, falto de poesía,
vagando hacía playas vacías de suspiros
invadidas de sombras y de cruces
como de cementerio.

Un instante desnudo,
que quiere ser la balsa que rescate 
las lágrimas que anegan tus pestañas,
llevándolas a puerto sin tormenta
que te sientas seguro y siempre acompañado.

Tan frágil el instante
que cuando lo recibas
 será como las alas rotas de mariposa
sin querer renacer.


J.Eugenia Diaz M.

viernes, 9 de junio de 2017

En vida hermano.

En el buró se queda
la mochila cargada que presiona mi pecho.
Para vivir ligera la luz de mi presente,
la cambié por valijas repletas de ilusiones
y accesorios de risas.

Viajo con inquietud oteando el panorama,
feliz voy a  encontrarme con un brazo del árbol
que se enrumbó hacia el norte,
he llenado mis ojos con su querida imagen,
y en mis labios se quedan columpiando sonrisas.

Le he dicho que lo quiero;
era muy necesario sentir que lo escuchara,
es que me he dado cuenta de que el tiempo se pasa
 las ramas se nos secan
y alguno de estos días solo serán viruta.

Como en una maleta voy guardando momentos
en mi  serena mente,
como tocar su piel, abrazarme a su pecho
y disfrutar  sus bromas.

Antes de que resuenen las campanas a duelo.

(Dedicado a mi hermano Gonzalo)