No dejo de soñar
y me veo en los
sueños
sentada en un vagón de algún tren sin destino.
O en una mecedora zurciendo calcetines
del nieto imaginario
que habita en mi memoria,
pero también me veo de manera sensual
con la blusa de escote y una falda ajustada,
en mi rostro los labios rojos como la fresa
pidiendo se les bese.
En un paralelismo voy
viendo a la mujer
que deambula en mi mente,
con cabellera larga y
pasión en la boca
que provocan antojo de noches sin descanso.
La que camina a un lado
cocina la dulzura
que entre sus manos guarda.
También la que va junto a la que es explosiva,
se la pasa regando las flores del jardín,
camina sobre huellas felices en el parque,
quiere morder el aire que le llega del sur
ponerse zapatillas perderse con el ruido
del fuerte taconeo.
Pero solo se queda calmando sus clamores
tejiendo en dos agujas bufandas para invierno.
J. Eugenia Díaz M.