Que grosera es la vida al mover las crayolas
que mis dedos manejan queriendo dar imagen
al solemne silencio que nos cubre la casa;
pongo tonos en negro con gris y algo en marrón,
y ella llega cantando entre las aves,
derrochando colores con la aurora
y arcoiris de roció sobre la rosa ocre
que custodia el portal;
a los pilares grises los va poniendo azules
como unos postecitos de pastel.
Entra por la ventana de mis ojos
y mi invita a salir liberando mis miedos,
que son los que me llenan de mutismo.
A subir los peldaños hacia el puente
que me lleve de nuevo a sentir esperanza.
Su bipolaridad me a dejado sin fuerza
haciendome beber el salitre del llanto
y masticar tristezas.
Para después llegar, poniendo en el camino
torundas con piedritas de colores.
que mis dedos manejan queriendo dar imagen
al solemne silencio que nos cubre la casa;
pongo tonos en negro con gris y algo en marrón,
y ella llega cantando entre las aves,
derrochando colores con la aurora
y arcoiris de roció sobre la rosa ocre
que custodia el portal;
a los pilares grises los va poniendo azules
como unos postecitos de pastel.
Entra por la ventana de mis ojos
y mi invita a salir liberando mis miedos,
que son los que me llenan de mutismo.
A subir los peldaños hacia el puente
que me lleve de nuevo a sentir esperanza.
Su bipolaridad me a dejado sin fuerza
haciendome beber el salitre del llanto
y masticar tristezas.
Para después llegar, poniendo en el camino
torundas con piedritas de colores.
J.Eugenia Díaz M.