Conjuraba mis sueños hablándoles quedito en mis manos vacías
cada noche, algunas veces las mostraba a la luna solía pensar que ella les daría
mucha luz en el camino hasta llegar a mí.
Al ir a dormir cerraba bien mis manos y dándoles un beso
las dejaba bajo la almohada para que no se escapara ni uno de los sueños, las
noches se hacían cortas cuando el sol asomaba su fulgurante rostro sonriente, que
con mirada aviesa esfumaba onirismos haciéndome tener un brusco despertar.
Porque así pasa es bonito soñar, pero cuando despiertas te duelen las piernas de tanto peregrinar las horas, él camino y los sueños sin
alcanzar que son como luciérnagas en el tiempo para los soñadores.
Podría enumerar algunos de mis utópicos sueños de niña
como aquellos zapatos de charol o la muñeca grande con pelo rizado y rubio, me gustaría
contarles cómo se han esfumado de mis manos proyectos bordados con amor dejando
desoladas mis manos y mi alma.
Pero mejor les digo a ustedes los que deseen leer este
texto, que persigan y vivan los sueños que logren atrapar no los dejen marchar
por ayudar a sostener los de otras personas, trabajen e inviertan en los suyos
porque el tiempo se agota, él camino se acaba y tu terminarás desgastado y decepcionado
viendo cómo ayudaste a sujetar y hacer crecer lo que no era para ti.
J.Eugenia Diaz M.