Huellas gastadas

Me tuve que colgar de los recuerdos
al caminar las huellas tan gastadas
que dejaron mis pasos sin memoria
y ausentes de colores los paisajes.

sábado, 27 de abril de 2019

La balanza decide.


Te quiero, cuando veo la balanza inclinarse
hacia el lado derecho donde crecieron brotes
de todas esas cosas que me has dado en la vida.

Te quiero, cada vez que tu intentas devolverle
el calor a mis manos heladas,
cuando me cuentas chistes tan tontos y tan simples
tratando que regrese la sonrisa a mis labios.

Espero que comprendas el receso que tomo,
mi falta de palabras, la ausencia de un abrazo,
es que quiero apartarme un poquito del mundo
quitar del tendedero toda la ropa sucia.

Para ver si me encuentras,
para ver si aun podemos charlar con la mirada,
mojarnos en la lluvia que regrese el deseo
de revivir orgasmos.



J.Eugenia Dìaz M.

jueves, 25 de abril de 2019

Gracias Kiara,hasta pronto.


Kiara: El 17 de abril del 2019 cerraste tus ojitos para siempre dejaste de acariciarme con la intensa ternura en tu mirada, hicimos todo lo que pudimos para ayudarte a recuperar tu salud queríamos quitarte el dolor y el sufrimiento que inesperadamente comenzaste a vivir.
Estuve contigo día y noche medicándote, alimentándote con jeringa con todo el amor que sentía y siento por ti, pase las noches de esa semana contigo en mis brazos intentando calmar tu dolor y hablando contigo, tus ojos débiles aun me seguían mirando fijamente con tanto amor y gratitud que me dolía el corazón por no poder hacer más por ti.
Te hablaba recordante los maravillosos años que habíamos pasado juntas en un estúpido intento de hacerte reaccionar para que retomaras fuerza y te rebelaras a la muerte que estaba presente frente a nosotras para llevarte con ella, te recordaba que siempre habías sido inquieta, juguetona y tragoncilla pero sobre todo muy amorosa y apegada a mí.
Que gozabas los paseos por el parque y que tu ropa y colchas olieran a suavizante de tela, siempre olías bien, no te agradaba mojarte tus patitas, eras una coqueta damita perruna, cuanto te ame y té sigo amando mi pequeña Kiara té amo tanto que duele no tenerte ya conmigo en nuestra casa en esta casa que se está desmorando llenándose de huecos y ausencias quedándonos cada vez más solos.
Cada noche de esa ultima semana que viviste te agradecí todo el tiempo y cariño que nos diste, la última noche ya me sentía sin fuerzas, me di cuenta que la muerte nuevamente ganaba y poco a poco te acercaba hacia ella, tú te resistías aun con el dolor y sufrimiento que estabas viviendo fue entonces que decidí dejarte ir y te dije quedito en tu carita que te fueras que ya descansaras que íbamos a estar bien abrazándote a mi pecho con tristeza y mucho dolor porque te estaba yendo para siempre de mi lado.
Me reconfortaba pensar que te estaban esperando Fiona,Canela,Zowi y Erika que no estarías sola en ese cielo a donde te llevarían ellas.
En enero de este año escribí un poema para ti, jamás pensé que seria el ultimo que te escribiría aun estando tu con vida.
Gracias,gracias,gracias mi Kiara hermosa por tanto y por todo no te digo adiós te digo hasta pronto.
Tu ultimo poema.
Tus gemidos me doblegan.

Tu mirada es tan intensa
cuando en silencio me miras,
que pasara por tu mente
con ese brillo y sonrisa
que te relaja la cara
cuando tocas mi rodilla
y recargas tu cabeza
siempre que me ves tranquila.

Algunas veces tu llegas
y con tu lengua sin prisa
me vas despertando lento,
entre caricias divinas
provocando que te abrace
de manera primitiva,
aunque te duelan los huesos
y sofoque tu barriga.

Tus gemidos me doblegan,
cuando estoy en la cocina
muevo aprisa las cazuelas,
porque ya es una rutina
cuando hueles alimento
se te alborota la tripa.

Las dos somos coetáneas
con dolencias matutinas.

Desde que estas en mi mundo
mi vida es más divertida,
aunque ya estamos cansadas
tu nunca pierdes tu chispa,
Kiara mi perrita noble
tienes gracia y simpatía.


J.Eugenia Dìaz M.

El vecino



Marina, su esposo Manuel y su hija Liliana tuvieron que cambiar su lugar de residencia de un hermoso puerto a una gran ciudad para ellas el cambio fue difícil pues estaban acostumbradas a la tranquilidad del lugar donde habían nacido y crecido para de pronto encontrarse envueltas en el bullicio y rapidez de una gran metrópoli.
Rentaron una casa de dos plantas que se encontraba mal elaborada ya que tenían que salir de la cocina a un patio central y de ahí subir las escaleras que los llevaban a las dos recamaras, por la rapidez de la mudanza fue lo que pudieron encontrar y ahí se quedaron.
Manuel trabajaba turno de noche se iba de la casa a las seis de la tarde y regresaba entre siete u ocho de la mañana, Marina y su hija tuvieron que aprender a manejarse solas y a conocer los alrededores lo mas pronto posible, debido a que Liliana tendría que ir al jardín de niños ellas se perdieron dentro de la colonia dos veces todo eso tenia a Marina muy nerviosa.
Pasaron los días ellas se sentían muy solas ya que sus vecinos casi no estaban en casa los del lado derecho eran un matrimonio con dos hijos adolescentes una jovencita y un joven, a lado izquierdo se alojaban unos jugadores del club de béisbol de la ciudad, así es que prácticamente se encontraban solas y temerosas.
Una noche como a la una de mañana a Marina la despertaron unos fuertes golpes en la puerta principal que daba a la directo a la calle no tenía barandal  estaba a bordo de la banqueta se asomo por la ventana desde arriba y vio a un hombre en bóxer con una piñata grande con forma de mujer, el insistía a gritos le abriera la puerta diciendo que la piñata era su nueva mujer y que no la molestaría más, le decía esto a la persona que él creía seguía viviendo en la casa que ahora habitaba Marina y su familia.
Pasaron las horas el seguía gritando y golpeando la puerta tratando de abrirla Marina ya histérica observaba desde la ventana, en eso vio llegar una patrulla con policías intento gritar para decirles lo que estaba pasando sin lograr emitir sonido alguno, el hombre ya se había ido seguramente al ver las farolas de la patrulla opto por retirarse.
 La policía estuvo un rato afuera al ver que ya no había problema se retiraron.
Casi al amanecer en la casa del lado derecho se empezaron a escuchar muchos ruidos, pasos y cosas que se caían, las dos casas compartían la misma pared todos los ruidos se escuchaban y estos eran provocados por unos ladrones que al ver la casa sola y abierta se habían metido a robar aprovechando que el vecino se andaba escondiendo de los policías.
Marina y Manuel no conocían al vecino debido a que él viajaba, nunca habían coincidido ni cruzado saludo cuando ella se levantó y bajo a la cocina se quedó impactada al ver en las escaleras varios libros que habían lanzado de la casa de a lado recogió los libros para poder bajar llevándolos a la sala se encontraba muy alterada por todo lo sucedido al llegar Manuel Marina entre sollozos le comento todo  Manuel molesto tomo los libros  para llevarlos al bote de basura en la calle y tratando de tranquilizarla se dispuso a almorzar  para después tratar de dormir un poco Marina y Liliana se durmieron junto con Manuel pues también estaban desveladas.
A las cinco de la tarde de ese mismo día Marina se encontraba abajo en la cocina preparando los alimentos que se llevaría Manuel al trabajo, cuando de pronto las luces de una ambulancia iluminaron la casa Manuel sobresaltado vio la ambulancia enfrente de la casa bajando con rapidez asustado pensando que les había sucedido algo a Marina o a Liliana respirando aliviado al verlas bien.
 Abrió la puerta para ver que es lo que pasaba le informaron que el vecino de la casa de al lado se había suicidado, había estado tomando cerveza con veneno para ratas al no lograr morir subió al baño ahorcándose con el cinturón.
Al llegar a su casa la familia como no les habría su hijo trepo por un árbol para hablarle por la ventana y fue como lo vio colgando de la ventana del baño.
El vecino que se suicido era el que había estado tratando de entrar a la casa en los libros que aventó hacia la casa nos comentó su esposa que había una fuerte cantidad de dinero que pensaba que había hecho eso de aventarlos a la casa porque ahí había estado viviendo una mujer con la que había tenido una relación y seguramente él quería darle ese dinero.
Marina y Manuel sorprendidos comentaron que los empleados que recogen la basura se habían sacado la lotería si es que encontraron el dinero dentro de los libros.
Después de una semana la señora y sus hijos desocuparon la casa ya que también la rentaban, al pasar los días se empezaron a escuchar pasos, puertas que se abrían y cerraban con fuerza en las madrugadas también se escuchaba que se abrían las llaves de la regadera y del lavabo, como la casa estaba sola se escuchaban más claros los ruidos y de vez en cuando el vecino por las noches volvía a golpear la puerta de la casa de Marina y Manuel.
Asustada Marina ya no quería seguir viviendo allí, pero no podían cambiarse de casa por la escuela de Liliana y por el contrato que habían hecho al rentarla, sintió un poco de tranquilidad cuando volvieron a ocupar la casa, un matrimonio joven con un niño y el papá del muchacho.
Marina y Manuel acordaron no comentarles que ahí se había suicidado un señor para que no se asustaran y  quisieran dejar la casa pero no fue necesario decirles, porque desde la primera noche empezaron a asustarse  con las puertas que se abrían y cerraban y las llaves que dejaban correr el agua sin haberlas abierto, además les quitaban las cobijas cuando estaban dormidos, ellos también llegaron a escuchar los golpes que el vecino seguía dando a la puerta de la casa de Marina y su voz pidiendo que le abrieran.
 Los nuevos inquilinos solo duraron un mes Manuel y Marina quince días después se fueron.
La casa sigue sola, nadie la puede habitar porque ya esta ocupada por el vecino.
 Este relato demuestra que es verdad que se quedan vagando las almas de las personas que se quitan la vida.
Esta es una historia verídica.


J.Eugenia Dìaz M.

martes, 2 de abril de 2019

Tu tiempo y compañía.


Ahora que dispones de tu tiempo
que ya no lo compartes con trabajo
-y algunas amistades-
los recuerdos me brotan de noches sin dormir
y sabanas heladas.

Ahora que dispones de tu tiempo
y estas aquí en la cama cuando suenan las ocho,
yo siento entre mis sienes
palpitar tu silencio cuando daban las cuatro
y entrabas en el lecho como una fría escarcha.

Ahora, tienes tiempo de mirar la mujer
que camina a tu lado, que ya no ve la luna
y tiene mariposas  en sus muslos
congeladas.

Que hacemos con tu tiempo, con toda la apetencia
que brota en tu mirada, con tus manos inquietas
intentando encontrar el camino perdido.

Ven, tomemos un café
 hagamos un balance de lo que yo he ganado
con esa soledad,
caminemos tranquilos el resto de este viaje
probemos a ordenar un puzzle de lo antiguo.

No olvides que te quiero,
pero dentro de todo me he curado de ti.


J.Eugenia Dìaz M.