Huellas gastadas

Me tuve que colgar de los recuerdos
al caminar las huellas tan gastadas
que dejaron mis pasos sin memoria
y ausentes de colores los paisajes.

sábado, 23 de mayo de 2020

Un mañana liberado de miedos


Y de pronto me quedo con silencios de ayeres
en un presente incierto que está abarcando todo,
llegándome el apuro de soltar los amarres
de lo que nunca dije y anudado quedò.

A pesar de que odio pensar en el futuro
esta vez tengo anhelo de que llegue el mañana
liberado de miedos, que ya no se dilate,
porque quiero entregarte de mi mano a la tuya
todas esa caricias y abrazos tan negados
en este tiempo actual. Envueltas por las sombras
las angustias se activan, mojándome los ojos
viéndote en el peligro como una golondrina
con las alas mojadas parada en una balsa.

Y yo sigo esperándote con húmedos suspiros.
 Tù al frente de una guerra, sin armas solo fe.



J.Eugenia Dìaz M.

miércoles, 13 de mayo de 2020

Inmovilidad


Ya no hay sorpresas; ahora cada día es clon del anterior los pasos y movimientos están calculados y los damos con temor de ser infectados por partículas invisibles que han detenido nuestro mundo.
Es tanto el silencio que hasta puedo escuchar como mis pensamientos me asustan y aturden. Imagino que muchas personas deben estar sintiendo lo mismo. El Covid-19 está aquí instalado y lo posee todo obligándonos a retroceder, manteniéndonos resguardados en casa.
He querido caminar de noche por las solitarias calles del centro de la ciudad dejando a un lado el temor que le tengo al Covid-19, recargar mi cabeza en las paredes de los edificios para escuchar el eco que ha dejado la gente antes de la pandemia invadía las aceras entrando y saliendo de los comercios y oficinas.
En un tonto anhelo escuchar las voces que dejaron mis hijas, levantar adoquines rescatando los pasos que allí dieron y sonreír con el sonido del eco de mi voz que deje tantas veces pegado a las paredes de los almacenes y centros comerciales.
Cuánto ha cambiado la vida que hasta el trino de los pájaros se escucha mas potente sin el bullicio de las personas ni el ruido de los coches. También escuchamos más fuerte el latido de nuestro corazón porqué estamos temerosos de quedar contagiados.
Siento que estoy viviendo un terrible experimento de exterminación.

Y mientras pasa esto, sigo con la nueva rutina tratando de sacar lo mejor de este confinamiento, como en este momento en que estoy escribiendo, disfrutando un café y escuchando a lo lejos la música que escucha mi marido en la recámara.

J.Eugenia Dìaz M.

sábado, 9 de mayo de 2020

Los hilvanes de la colcha

¡He perdido mi gotita de roció!, dice la flor al cielo del amanecer, que ha perdido todas sus estrellas.

Frase de Rabindranath Tagore.

Esta frase me hizo pensar que algunos de nosotros hemos sentido perder todas las estrellas de nuestro universo en algún momento de la vida, pero, como la flor, solo perdimos una gota de roció que, es cierto no podremos volver a recuperar. seguramente tendremos otras gotas, pero jamás será como la que perdimos.

Esa reflexión me llevo al recuerdo de unas manos llenas de historia hilvanando cuadros de tela para formar una colcha. Los ojos habían perdido su brillante fulgor; ahora lucían tristes y cansados, carentes de sueños. Fijando la mirada en las puntadas, la dueña de esas manos iba dejando en cada cuadro un trozo de vivencia.

En los rojos fue depositando las alegrías; los verdes tenían sus éxitos, y en los cuadros amarillos eligió dejar sus anhelos malogrados. Esos abarcaban más de la cuarta parte de la colcha.

Haciendo a un lado su labor la costurera se enderezo dando un masaje a su cuello y espalda debido a que sentía unos pinchazos de dolor. Coincidentemente los pedazos de tela que seguían por hilvanar eran grises y negros. Como si retirara alfileres de las partes adoloridas fue pegando los cuadros, dejando en ellos sus días de angustias y duelos.

Liberando la carga emocional, le fue dando los últimos retoques a la labor para terminar inhalando el aroma que desprendía el cubrecama.
Con un suspiro depositó dentro de una bolsa pensando si algún día sus hijos percibirían la energía que había dejado en ella con el deseo de   que siguieran sintiendo su compañía, aunque no estuvieran cerca.

En aquella prenda quedan los tiernos abrazos que esa madre dio a sus hijos desde el primer momento en que los tuvo en sus brazos..

J.Eugenia Dìaz M.

martes, 5 de mayo de 2020

Despertar divergente

Me contemplas y pienso que adivinas,
lo que quedó en mi piel ya congelado
y queriendo sentir lo silenciado
te acercas retirando las espinas

a un cuerpo agarrotado que está en ruinas
por vivir sueños tontos engañado.
Al desnudo con fuego silenciado,
espere mucho tiempo en las esquinas

ansiosa de alcanzar y disfrutar
el calor de tu piel entre mis labios,
saciar mi sed de ti, como indigente.

Fuiste tu quien me hizo despertar
divergente, por todos tus agravios
para siempre me hiciste indiferente.

J.Eugenia Dìaz M.