¡He perdido mi gotita de roció!, dice la flor al cielo del amanecer, que ha perdido todas sus estrellas.
Frase de Rabindranath Tagore.
Esta frase me hizo pensar que algunos de nosotros hemos sentido perder todas las estrellas de nuestro universo en algún momento de la vida, pero, como la flor, solo perdimos una gota de roció que, es cierto no podremos volver a recuperar. seguramente tendremos otras gotas, pero jamás será como la que perdimos.
Esa reflexión me llevo al recuerdo de unas manos llenas de historia hilvanando cuadros de tela para formar una colcha. Los ojos habían perdido su brillante fulgor; ahora lucían tristes y cansados, carentes de sueños. Fijando la mirada en las puntadas, la dueña de esas manos iba dejando en cada cuadro un trozo de vivencia.
En los rojos fue depositando las alegrías; los verdes tenían sus éxitos, y en los cuadros amarillos eligió dejar sus anhelos malogrados. Esos abarcaban más de la cuarta parte de la colcha.
Haciendo a un lado su labor la costurera se enderezo dando un masaje a su cuello y espalda debido a que sentía unos pinchazos de dolor. Coincidentemente los pedazos de tela que seguían por hilvanar eran grises y negros. Como si retirara alfileres de las partes adoloridas fue pegando los cuadros, dejando en ellos sus días de angustias y duelos.
Liberando la carga emocional, le fue dando los últimos retoques a la labor para terminar inhalando el aroma que desprendía el cubrecama.
Con un suspiro depositó dentro de una bolsa pensando si algún día sus hijos percibirían la energía que había dejado en ella con el deseo de que siguieran sintiendo su compañía, aunque no estuvieran cerca.
En aquella prenda quedan los tiernos abrazos que esa madre dio a sus hijos desde el primer momento en que los tuvo en sus brazos..
J.Eugenia Dìaz M.