Huellas gastadas

Me tuve que colgar de los recuerdos
al caminar las huellas tan gastadas
que dejaron mis pasos sin memoria
y ausentes de colores los paisajes.

domingo, 30 de junio de 2019

Liberando lastre


Son las cinco de la mañana, la voz fuerte de su tía Mara y el brusco retiro de la sábana que la cubre la despierta asustada, rápidamente se levanta buscando sus sandalias. Afuera se escucha el canto de los gallos combinado todavía con el de las chicharras y grillos, para ella es esa hora, en la que no sabe si ya amaneció o aún es de noche.
Camina hacia el patio para lavarse la cara y ayudarse a despertar, allí se encuentra con su hermano y su prima haciendo lo mismo; mientras están en eso llega su tía para indicarles las labores que tendrán que hacer ese día.
Marina observa de reojo el semblante de la tía intentando saber de qué humor amaneció. Temerosa, se da cuenta que ese día va a ser muy largo y angustioso para ella, ya que no se le ha indicado qué trabajo debe hacer.
Cuando eso sucede, no tiene derecho a acercarse a la cocina para alimentarse hasta la hora que la tía Mara lo indique, esa es una de las maneras que ella tiene para castigar.
 Marina no sabe si es mejor que le surta a golpes, o que la deje sin comer varias horas en el día.
De todas maneras, ella toma la escoba y sale a la calle a barrer la banqueta, con miedo porque todavía esta oscuro y ella es una niña de apenas ocho años. La tía, se da cuenta y le arrebata la escoba metiéndola a empujones al patio. Marina, llorando en silencio toma la manguera para regar el jardín, pero de una bofetada su tía la tumba al piso gritándole que le haga caso y deje de hacer cosas.
 Ella suplica le diga qué fue lo que hizo para estar sufriendo este castigo.
 ¡Pobre Marina!
Sabe bien que no debe preguntar, ni cuestionar a la tía porque le va peor. Cuando quiso reaccionar ya le estaba tupiendo a golpes su tía con un cable trenzado, de esos cables que usan para la luz, cada golpe en su piel sentía que le quemaba haciéndola gritar de dolor.
 Su hermano, Felipe al escucharla llegó corriendo para ver qué sucedía, pero por preguntar también el recibió tres cuartazos con el cable.
La tía Mara, después de eso se retira a la cocina mientras Marina y Felipe se quedan revisando sus cuerpos lastimados, refrescando su piel abierta con agua de la llave. Felipe, abrazando a su hermana le dice que se vaya a un lugar donde no la vea la tía, que él le guardará un pedazo de pan o un taco de queso, y que más tarde se lo llevaría.
 Marina fue a sentarse atrás de la casa, en el pasillo, donde guarda sus muñecas de papel y suele esconderse a llorar y a succionar su dedo pulgar.

Marina, es una niña flacucha, triste y maltratada.



J.Eugenia Dìaz M.

13 comentarios:

  1. Caramba, pobrecita niña...Hay que ver que tia tan borde, encima que intentan ayudar para que no se enfade! Menos mal que los dos hermanos se consuelan mutuamente.
    A pesar de la tristeza que emana el texto estas palabras mehicieron sonreir:
    "afuera el canto de los gallos combinado todavía con el de las chicharras y grillos se escucha, para ella es esa hora, en la que no sabe si ya amaneció o aún es de noche.

    Que tengas un feliz verano, mi linda amiga.

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  2. Tristísimo, y sin embargo, real. Hay tantos niños maltratados por parientes que no tienen amor y descargan en ellos sus frustrciones y amargura.
    Un gran besote, hermosa.

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    1. Hola querida Mirella, tristemente es una historia real que dejo lastimada el alma de los dos hermanos para siempre.

      Gracias por tu compañía.

      Abrazote.

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  3. Que relato tan triste pero como dice Mirella es una realidad. El maltrato sea a quien sea siempre estará presente, por desgracia.

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    1. Hola Nè, historias que no deberían existir pero lamentablemente siguen existiendo.

      Gracias por pasar y dejar tu huella.

      Abrazos.

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  4. Tremendo el relato y con un punto de realismo, que conmueve, llega al alma, Eugenia. Imagino que te habrá costado escribirlo, no sé si estará basado en hechos reales, pero lo has conseguido, amiga.
    Mi felicitación y mi abrazo por tu buen hacer, Eugenia.

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  5. Mi querida amiga Ma. de Jesús, que lindo tener tu compañía en este relato de una vida triste desde su inicio.

    Besitos.

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  6. Demasiada "tragedia" a estas horas de la mañana...

    Abrazos Eugenia.

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  7. Un relato triste, mi querida azulgenia, pero intenso, y envuelto en realidad, la verdad es que me ha llegado al alma.

    Mi admiración siempre por tus letras.

    Un beso enorme con cariño.

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  8. Hola Marìa, es lindo tener tu compañía y saber que te agradan mis textos.

    Besos.

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  9. Tremendo relato. Pero más frecuente de lo que imaginamos. Son vivencias que marcan de por vida.

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