Todos los meses del año
te mantuviste al acecho,
brotando de los zarzales
llegaste envuelto de negro.
Con aroma a medicina
te abrazaste de mi cuerpo,
me hiciste bajar la cara
nunca nos aceptaremos.
Has sido un tenaz verdugo
por mis entrañas subiendo,
arañando mis pupilas
te presentas como miedo.
Eres tormenta implacable
una sombra en el recuerdo,
te gustan los hospitales
con sus pasillos desiertos.
El clic clac de un andador
es como escarcha en mi cielo,
nevada en pleno verano
cuando a lo lejos le observo.
Yo no deseo que vea
que mis ojos te parieron
como un abundante río
porque sé que venceremos.
J. Eugenia Díaz M.
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