Se oscureció la luz en tu mirada,
amputaste las alas de tu mente,
al ingerir la droga en tu presente
has dejado tu vida ya acabada.
Los surcos en tu cara lacerada
son señas de la angustia permanente
que sufres en tu jaula, cual demente
recluso en su memoria enmarañada.
Es cruel el purgatorio que caminas:
prefieres descansar en el pasado
que grabar el desprecio en tus retinas.
La soledad feroz te ha encadenado
un fardo de locura muy pesado
que no sabes salir de tus rutinas.
J. Eugenia Diaz
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