Aprendí a dar las gracias a todo lo roto en mi
a tantas cicatrices que me hicieron crecer
de adentro para afuera,
a las cosas calladas que hicieron explosión.
Recogí los pedazos doliéndome los brazos
y me abrace tan fuerte hasta escuchar la risa
de la pequeña niña hoy ya mujer madura
y le dije, ¡te admiro!
no más explicaciones,
no permitas que apaguen el pequeño fulgor
que te guía a las sombras de todas tus etapas.
Ahora que regresas y has crecido,
no te apenen los restos que yacen a tus pies
son del frágil capullo que siempre te sostuvo,
cuando el dolor te iba haciendo subir.
Quédate, cree en ti no te pierdas en silencios,
reconoce el sonido de tu voz.
J.Eugenia Diaz M.
A veces estas cicatrices nos hacen más fuertes, són como un haz de luces que sale del alma y alumbra la vida de los que nos rodean...
ResponderEliminarMuchos besitos, bonita.
Gracias por tu cálida huella en mis versos hermosa M.roser.
EliminarBesitos.
Hay una gran sabiduría en reconocer el crecimiento que significa cada una de las cicatrices. Nos edificamos sobre ellas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Así es estimado Francisco,gracias por acercarte a mi rinconcito de letras.
Eliminarabrazos.
Yo siempre digo que de todo se saca algo bueno, incluso de lo más oscuro.
ResponderEliminarMe alegra saber que no estaba equivocada :)
Un saludo.
La vida y sus lecciones creo que a eso venimos aunque algunas lecciones duelen y dejan cicatrices muy profundas.
EliminarSaludos y abrazo para ti Nè.
Las heridas dejan cicatrices y éstas nos recuerdan lo sufrido. Lo importante es no autocompadecernos por esos momentos sino valorar aquellos que nos trajeron alegría y felicidad.
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