Si pudieras leer en mi mirada,
te asustaria la muerte que llevo
y el enorme costal lleno de piedras
húmedas por la lluvia de mutismo
Verías que la noche me oscurece
y enmudece mi cuerpo en abandono
al navegar en mares de la nada
sin un itinerario ni algún faro.
Que me corto las venas cada día
y vuelvo a renacer en el reflejo
del estúpido espejo sonriente,
con cascadas saliendo de mis ojos.
Tengo rabia a la vida que patea
mis sueños y trasero sin reposo,
haciéndome vivir en las espinas
de la maraña gris de mi presente.
J. Eugenia Díaz M.